sábado, 25 de septiembre de 2010

¿Messina sí o no?

El Regal Barça y el Power Electronics Valencia juegan hoy la final de la Supercopa de España. El hecho de que el Power Electronics ganara al vigente campéon ACB, el Caja Laboral -en reformas tras la marcha de Tiago Splitter-, no es mayor sorpresa que el modo en el que el Barcelona se hizo con una plaza en las semifinales: torturando lenta y contundentemente a un inmóvil Real Madrid (89-55).

El equipo de Xavi Pascual llegó a ir 40 arriba del de Ettore Messina, que comenzó la segunda parte con una valoración global de dos cifras escasas por los "méritos" de toda su plantilla -los culés ya iban por el centenar-. Sólo los tiros de Tucker, el orgullo de Felipe Reyes y que el Barça aflojó en el último cuarto les permitió recortar puntos al final, pero la sensación no es como el resultado, no se puede maquillar.

Después de la quincena de cambios que suman desde que Messina llegara al banquillo merengue y de sufrir reducciones en el presupuesto, el equipo no espabila. No creo desencaminarme si digo que lo que le sucede al Madrid es sobre todo un miedo horrible al archienemigo, un sentimiento de infravaloración que un equipo que lleva ese escudo no puede permitirse. Es más, me atrevo a decir que hoy el Barcelona ganará por mucho menos al Valencia, y que de haberse colado el conjunto blanco en la final, ganarían al otro finalista.

Lo del Madrid con el Barça es como si Superman se encontrara con un villano con preaviso de que podría llevar criptonita. Él acude a su cita pensando que es el más fuerte del Universo, pero poco a poco le asaltan las dudas y recuerda la pupa que le hace la roca, entonces se asusta y desaparece del mapa.

Creo que después de una temporada en blanco y un comienzo de la nueva tan bochornoso toca ponerse serios. Para algunos de vosotros pecaré de alarmista o resultadista, pero me he quedado sin argumentos para defender al técnico italiano y no puedo culpar a unos deportistas que han demostrado su compromiso con el club al permitir que les rebajen sus salarios. Además, no son unos cualesquiera, son buenos jugadores. Para mi es evidente que no hay entendimiento entre la dirección y ellos. Eso lo pudimos ver en los dos cambios en los que los jugadores no sabían si debían continuar en la pista o quedarse en el banquillo. Y me desconcierta todavía más que el conjunto merengue sólo haya jugado dos amistosos esta pretemporada -uno de ellos sin sus mundialistas-. Eso no se hace ni en Segunda División Autonómica.

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